Historias Made in Taiwán. Costumbres chinas en Salamanca.
Antonio Lin, estaba ya acomodado en su habitación que distaba unos metros de la mía. Ambas daban al patio interior y estaban separadas por uno de los dos baños del piso.
Ese baño guardaba dos incógnitas que intenté resolver al más puro estilo CSI.
El primer misterio era el contenido y la utilidad de una pequeña caja blanca con unas letras chinas verdes en el exterior; el interior contenía unos polvos de color gris. Parece ser que se trataba de unos polvos hechos de raíces y no sé que más... a mí me parecía que aquello era una urna y contenía las cenizas de sus antepasados o vete tú a saber... ¿Sería Antonio un drogadicto y esos polvos drogas de diseño made in Taiwán?, no parecía que el taiwanés endeble fuese ese tipo de persona pero nunca se sabe...
La solución al primer misterio se solucionó en unos días:
Los padres de Antonio eran dentistas y él como buen hijo llevaba puesto un aparato dental que cómo no, era también made in Taiwán. Para lavarse los dientes utilizaba un cepillo normal, lo diferente era la crema. Un día coincidí con el taiwanés en el baño y le pregunté por aquella cajita, Antonio con su poco y mal español, me dijo que era una especie de dentífrico pero mucho mejor, y me invitó a utilizarlo.Yo por no parecer desagradecido, accedí con cuidado, mojé el cepillo en el grifo, y luego lo metí en la cajita. Las cepas se llenaron de esos polvos, y me lo llevé a la boca.
Tenía un sabor a tierra, como cuando estás en el campo y empieza a llover, aunque poco a poco el paladar descubría un sabor mentolado...
El caso es que era una especie de guarrería que te limpiaba los dientes como si fuese un scott brite (o como se escriba), claro que cuando lleves veinte años limpiándote los dientes con esa tierra, al final no te quedan ni encías...
Resuelto ese primer misterio del baño, centré mis investigaciones en el segundo misterio.
Unas manchas oscuras solían aparecer en el borde de la taza del inodoro, casi sin darte cuenta ibas al baño y allí estaban, unos días más grandes y más sucias, otras más pequeñas y casi invisibles, pero a diario aparecían esas manchas en el borde.
Por mucho que pensé cual era el origen de aquellas manchas no daba con ello. Andaba cerca, pues creía saber que eran provocadas por las suelas de unos zapatos, e incluso sospechaba que los zapatos eran de Antonio, y utilizaba el borde del inodoro par apoyar los zapatos y atarse los cordones, pero eso no explicaba la simetría entre las dos manchas. Estos interrogantes se los transmití a otro de mis compañeros de piso, que se mostró igual de sorprendido.
Una semana después supimos lo que ocurría:
La curiosidad hizo que ese compañero de piso preguntase directamente a Antonio si sabía la procedencia de aquellas manchas, este cuando las vio comenzó a pedir disculpas... y limpió las manchas que otras veces habíamos limpiado los demás.
Por sus explicaciones y gestos poco a poco comprendimos lo que intentaba decirnos...
Al parecer, en Taiwán los baños son diferentes, o al menos la gente que ha vivido toda la vida allí, está más acostumbrada a los inodoros tipo sumidero, es decir un agujero en el suelo y ya está. Antonio parece que la posición de nuestros inodoros le incomodaba, no lograba relajarse lo suficiente... asi que ni corto ni perezoso, pegó un brinco y se encaramó cual cabra montesa a lo alto del inodoro y desde allí de cuclillas o no sé, ni quiero saber como pues hacía sus necesidades, aguas mayores principalmente...
Así es como quedó resuelto el misterio del water de la mancha, que desde aquel momento no volvió a aparecer con ninguna huella.
Curiosamente he encontrado una foto de un chino en un inodoro en una posición similar a la que os he comentado, sólo le falta tener los pies sobre la taza.
Otro día más aventuras.
