El pájaro de la soledad.
Las últimas semanas no han sido ninguna maravilla, se han sucedido hechos que me han hecho reflexionar y aunque ahora es pronto para valorar, seguro que me han hecho cambiar. La vida me ha demostrado que es muy injusta y ataca algunas veces a quien menos lo merece, haciendo sufrir incluso a todo un pueblo. Para otras cosas ya sé que no soy ningún Esopo, o Iriarte, pero creo que me hago a la idea de como se sintió algúno de aquellos genios cuando escribieron sus fábulas...
El Pájaro de la soledad.
En un país muy, muy lejano, convivían animales de todas las especies. Entre ellas existía un pequeño pájaro que disfrutaba volando desde que amanecía hasta los últimos rayos del atardecer, descubriendo en sus vuelos rincones y lugares que eran desconocidos por el resto de las especies.
Con los años el pajarillo fue creciendo y llegó un momento en el que pensó buscar un árbol donde construir su humilde nido.
No pasó mucho tiempo cuando decidió que aquel álamo junto al castillo no sería un mal lugar para vivir.
Con muchos esfuerzos consiguió construir un pequeño nido en el que poder cobijarse de la lluvia y del frío del norte. Pero un tiempo después notó que el ruido y la algarabía que rodeaban al castillo eran demasiado molestos como para vivir allí, así que con mucha tristeza abandonó el nido.
Pasaron algunos meses antes de que el pajarito encontrara un lugar en el que construir su nueva morada. Pero al fin la halló, se trataba de un hueco horadado en la pared de una gran montaña, desde la cual contemplaba risueño cada atardecer, que teñia de color anaranjado su hogar antes de sumirse en la oscuridad.
Pero el pequeño pajarito no tardó demasiado tiempo en descubrir que la vida en la montaña era muy dura: en invierno el frío de las heladas traspasaba las rocas de la montaña hasta las minúsculas ramas de su nido, y en verano, las mismas rocas emanaban un calor insoportable.
Otra vez con mucho pesar decidió cambiar de hogar.
El pequeño pajarito voló y anidó en infinidad de lugares pero por unas cosas u otras terminaba perdiendo la ilusión por aquello por lo que tanto había luchado, unas veces por su culpa y otras por su mala elección y errores, el caso es que no terminaba de encontrar su lugar en el mundo.
Un día cuando menos lo esperaba, descubrió un olivo en una zona del país que no solía visitar. Era un lugar bonito. Al norte se extendían dorados campos de trigales y al sur dos grandes maizales ofrecían un paisaje de bellos contrastes.
El pájaro decidió instalarse en el olivo, que parecía servir de lindero entre el trigo y el maiz, y en verdad que durante mucho tiempo fue feliz, pero con el paso del tiempo sintió que no todo era tan bello. Al llegar el otoño el dorado de los trigales se convertía en pardos surcos de tierra rotulada por los campesinos de la zona, y los dos maizales cambiaban su verdor por un triste color mate para después transformarse también en tristes surcos marrones.
El invierno pasó rápido y pronto la primavera sorprendió al pájaro, que sin darse cuenta se encontró con la llegada del verano. Todo volvió a ser del mismo color, dorados trigales y verdes campos de maiz. Era feliz, pero cuando más disfrutaba, llegó otra vez el otoño...
Unos días antes del invierno, los pelados campos entristecieron el corazón del pájaro, que decidió volar muy, muy alto, para olvidar el frío del invierno y sumir sus pensamientos en los embriagadores colores del verano. Desde entonces sigue allí, las nubes son su hogar, y a diario sobrevuela vuestras cabezas. Pero si algún día os sentís sólos no os preocupéis, alzad la mirada, porque allí estará, entre las nubes, el pajarito que no encontró el verdadero lugar donde poder anidar, y seguro, si se lo pedís, os hará compañía.
lunes, 3 de diciembre de 2007
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8 comentarios:
Pues sí, la vida es así. Injusta por naturaleza. Hay que aprender a recuperarse de los golpes una y otra vez. Pero también hay cosas que hacen que merezca la pena realmente vivir. Para mi, sin duda alguna, los amigos.
A veces no es tan sencillo encontrar nuestro sitio en esta mierda de mundo.
Estupenda historia.
Sí... a veces la vida es muy injusta... muy, muy injusta... :-(
Bonita historia...
Un fuerte abrazo, corazón.
Por desgracia la vida es injusta, sí señor. Pero siempre seguimos adelante y vienen tiempos mejores. Es más, yo creo que lo mejor está por llegar. Buen escrito.
Un beso
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Descanse en Paz.
La vida es cruel, es injusta, traicionera, hija de puta muchas veces... Pero es tozuda y tenemos que aprender a sobrevivir e intentar poder compartir con los seres que queremos los más momentos felices posibles...
Ánimo.
Me tienes.
NOS tienes. Aquí somos más unidos que el equipo A
Ánimo, las cosas ocurren por algo... aunque a veces sea casi imposible entender porqué.
Un besazo y un fuerte abrazo.
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